martes, 24 de noviembre de 2009

Misa en el XXXV aniversario de Jordán B. Genta¿Preces polémicas?


Una Misa se justifica por sí misma. En ella se renueva el sacrificio de la Cruz. Del Crucificado que le dijo al Padre: “Perdónalos, Señor, no saben lo que hacen.”
Quizás haya sido una osadía de la familia de Jordán B. Genta intentar proclamar, treinta y cinco años después de su muerte, la imitación de la Cruz, en forma pública. ¡Costó tanto al principio! Sólo la gracia de haber contado con excelentes sacerdotes y psiquiatras nos sacó del marasmo de sentimientos encontrados.
Este 27 de octubre, al terminar la Misa en la Parroquia de las Victorias, cuando se apagaban los acordes del Cristo Jesús, recibí un abrazo que me compensaría de todos los “azotes” recibidos por esta osadía de rezar por los muertos de ambos lados caídos durante treinta años de guerra subversiva: el abrazo de Daniela Eva Donda. Las palabras que me dijo quedarán como algo privado entre ambas. Ella representa el drama de muchas familias argentinas de los años 70 y después. A ella le comprenden las dos últimas preces que se rezaron en la misa. “Para que las familias de aquellos que durante la Guerra Revolucionaria perdieron, violentamente, a sus seres queridos, de ambos lados, sepan edificar la verdadera concordia en tu Paz”. “Por los que sufren, en especial los más de seiscientos presos políticos y sus familias para que entendamos que “ya no podemos estar en otra parte y no podemos ya estar distraídos”, para que el Señor los conforte y los auxilie y a nosotros nos niegue el descanso hasta que logremos su libertad”. En la primera de estas dos preces se rezó por sus padres; en la segunda, por su tío, el que la crió y a quien ella considera el abuelo de sus hijos.
Es la mano de ella la que quise tomar, no las de Righi. Kunkel, Bonasso, Vertbinsky, Duhalde, viejos montoneros devenidos funcionarios, ni menos las del matrimonio Kirchner, montoneros advenedizos y de pacotilla. La actitud ante estos enemigos de la Patria, a la que están desollando, ahora, la expliqué claramente en un programa de televisión y en varios escritos públicos. Me parece que corresponde hacerlo allí, en esos ámbitos. Además, a esta altura de mi vida, creo que nadie tiene derecho a tomarme examen de ortodoxia y de fidelidad a mi militancia nacionalista. Por otra parte, el sentido exacto de esa oración por todos, lo explicó con absoluta claridad y precisión el sacerdote en su homilía. No creo que nadie que se proclame católico pueda discutir u objetar la autoridad de esa palabra.
Jordán Bruno Genta fundó una familia que lo ama, lo admira y lo venera. Tiene un bisnieto que lleva su nombre. Pero tengo muy en claro que, como familia, no somos los dueños de su memoria. Que cada cual lo recuerde como quiera. A todos respeto y a nadie obligo a tener la imagen que yo tengo de mi padre ni nadie tampoco puede tener los recuerdos que yo guardo de él.
Sólo quisiera poder expresarme mejor para compartir con los viejos y nuevos amigos algo de la magnífica humanidad de mi padre, de esa inmensa caridad con que enseñó la verdad. Él hizo vida el lema Caritas in Veritate, la Caridad en la Verdad.

María Lilia Genta

lunes, 2 de noviembre de 2009

Misa por Jordán B. Genta en el XXXV Aniversario de su muerte



Caía la tarde sobre Buenos Aires el pasado martes 27 de octubre. En la vieja Parroquia porteña de Las Victorias se fue reuniendo un grupo cada vez mayor de personas. A eso de las 20 horas, el templo estaba colmado. Comenzaba la Santa Misa, organizada por familiares y amigos de Jordán B. Genta, al cumplirse el XXXV Aniversario de su asesinato.
Cuatro sacerdotes concelebraban en el Altar.
El sacerdote que presidía explicó las intenciones de la Misa: rezar por el eterno descanso de Jordán B. Genta y por cuantos murieron en la Guerra Revolucionaria desatada por el Comunismo en nuestra Patria, de ambos lados, encomendándolos a todos a la Infinita Misericordia de Dios.
La unción de los fieles asistentes, la participación activa de todos en la Sagrada Liturgia, los rezos, los cantos tradicionales al son del órgano, fueron creando un ambiente de contenido y sobrio fervor.
A su turno, en la Homilía, el sacerdote trazó el perfil de Genta remarcando su carácter de maestro de la verdad, de fiel discípulo de Jesucristo (a cuya pasión aceptó unirse afrontando la muerte violenta) y exaltando el significado de su vida y de su obra.
También explicó, desde una visón eminentemente teológica, el significado de la segunda intención, la de rezar por todos los muertos, de un lado y del otro. Ello no implica, dijo, ningún juicio moral ni histórico ni apunta a ningún cálculo temporal por legítimo que pueda ser. Es, simplemente, la fidelidad al mandato evangélico de amar a nuestros enemigos. ¿Y qué amor más grande que imprecar para ellos el don imperecedero de la vida eterna?
En las preces se pidió por la Iglesia, por los Obispos, por la Patria, por nuestras familias tan amenazadas, por los familiares de quienes, de un lado y del otro, sufrieron la pérdida de un ser querido en la Guerra Revolucionaria, a fin de que sepan edificar la verdadera concordia en la Paz de Cristo y, por último, por los presos políticos y sus familias para quienes se invocó la gracia de la fortaleza y el auxilio.
Durante la prolongada comunión sonaron las venerables estrofas del Himno del Congreso Eucarístico de 1934, Dios de los corazones. Hacia el final, el Salve Regina saludó a Nuestra Madre del Cielo. En la desconcentración, el Cristo Jesús, en Ti la Patria espera.
A la salida del templo la noche ya cubría a la Ciudad cosmopolita, afiebrada, ajena. Pero nos pareció una noche luminosa: habíamos vivido una hora de Cielo.

JORDÁN BRUNO GENTA: PENSADOR CRISTIANO




Jornada homenaje en el marco del Centenario de
su Nacimiento y el 35º Aniversario de su Martirio
02/10/1909 - 27/10/1974
Rosario, 15 de Octubre de 2009
ORGANIZA: INSTITUTO “JOSÉ MANUEL ESTRADA”
Lugar: Colegio “Virgen del Rosario” – Salta 2763
Auspicia: Profesorado “Card. Caggiano”

Ponencia del Prof. Fabián Ledesma




“[...] esta es la hora de la intransigencia, esta es la hora de hablar, el lenguaje que Cristo nos recomienda en el sermón de la montaña, sí sí, no no; esta es la hora de obstinación invencible, de constancia persistente, de fidelidad continuada. Es cierto, nosotros no tenemos la fuerza del número, no tenemos la fuerza del dinero, no tenemos la fuerza de las armas, no tenemos la fuerza de las logias y de los poderes ocultos, pero nosotros tenemos la fuerza de Cristo, y en la manera que esa fuerza irradie en nosotros y Cristo viva en nosotros, más que nosotros mismos, en esa misma medida seremos invencibles, aún en la derrota, porque después de todo, éste es un lugar de paso, de prueba y de testimonio, y lo importante es que seamos capaces de ser hasta la muerte, y sobre todo en la hora de la muerte, testigos de la Verdad, de esa Verdad que es Nuestro Señor Jesucristo, la Verdad Crucificada por amor, la Verdad que nos ha creado y redimido. Sin Él no hay nada, ni posibilidad de nada, ni se puede hacer nada que sea afirmación de lo real y plena de aquello mismo que El ha venido a cuidar, proteger y defender, que es la persona humana”

JORDÁN BRUNO GENTA




Introducción

Estimados amigos,
Señoras y señores,
Público presente:
En este tiempo envilecido por la calumnia y el absurdo, por el propagandismo rastrero de verdades enloquecidas; en este tiempo de “expresiones de vulgaridad y plebeyismo, y de ordinariez y promiscuidad en las costumbres” ; en este tiempo donde burdos apátridas asidos del poder de turno, consuman a diestras y siniestras las calamidades más atroces e ignominiosas, ensanchando de repugnante afrenta las páginas de nuestra sangrante historia; en esta época donde proliferan y se aúnan esfuerzos canallescos y lúgubres por trastocar el sano y sabio orden natural de las cosas. Sí, en esta época, señores, es menester más que nunca, trabajar imperiosa y urgentemente por el restablecimiento del señorío de la palabra, volver al arte oratorio, a la objetividad de las cosas, a la cordura, al buen juicio, a la metafísica, a la “restauración plena de lo sobrenatural” : sólo así, en efecto, será posible restituir al mundo su originaria sensatez natural.

Permítanme entonces, comenzar esta ponencia con una suerte de breve explicación apologética acerca del título que lleva esta jornada; a saber: “Jordán B. Genta: pensador cristiano” Juzgo adecuado y pertinente, en este sentido, que nos detengamos unos minutos en la significación profunda que subyace a dicho título, y bajo el cual hoy, en este marco tan importante e imponente, honrado y engalanado nada menos que con la presencia del prestigioso Dr. Alberto Caturelli, homenajeamos una vez más, con la emoción y el recuerdo intactos, a la egregia persona de nuestro tan caro Prof. Jordán Bruno Genta.

Cabe preguntarse, pues, qué insinuamos o a qué hacemos referencia cuando decimos “pensador cristiano”. Sucintamente, procederé a analizar de forma sintética, ambos términos por separados.



Desarrollo.
I Parte: Breve apología del título

Desde la antigüedad clásica, acaso cuando insospechadamente despuntaban al alba los primeros vestigios de la civilización occidental, y más precisamente cuando el
torrente impetuoso del pensamiento griego llegaba a su diáfana cúspide, se afirmaba en boca de Aristóteles que el hombre es un animal racional, esto es, que lo propio y específico del hombre, aquello por lo cual éste se distingue cualitativa y esencialmente del resto de los animales, es su racionalidad. Por consiguiente, podemos afirmar en líneas generales, y a excepción de la sustancia angélica, que en virtud de la razón, el hombre se erige superior y jerárquico por sobre el resto de la naturaleza creada; que al mismo tiempo está dotado de una serie de facultades tales como el conocimiento, la voluntad, la consciencia reflexiva, etc., y que en fin, es capaz de pensamiento. Por lo tanto, cuando decimos pensador, estamos poniendo de manifiesto y aludiendo a una persona que se destaca, excelsa y aristocrática, por cultivarse y perfeccionarse en aquello que es justamente, lo más elevado, característico y peculiar de su modo de ser.

Por otra parte, cuando nos encontramos con la dicha enaltecedora de poder mencionar algo, y sobre todo, de poder referir a alguien, nombrándolo como cristiano, estamos diciendo y afirmando algo absolutamente genuino, solemne, sagrado; estamos abriendo el horizonte de la existencia hacia el misterio de la Fe; estamos colocándonos en perspectiva hacia la Trascendencia, y estamos, en fin, asumiendo y recapitulando todo el orden de lo ente bajo el prisma de la Santa Cruz y del Amor Salvífico y Redentor de Nuestro Señor Jesucristo.

Luego, presentar al Prof. jordán B. Genta como pensador cristiano, es presentar a un hombre que hizo de su vida, síntesis excelentísima de razón y fe, que al principio, es cierto, debió entender para creer, pero que a partir de que en la madurez de su vida providencialmente, creyó, con la fuerza avasalladora de los grandes conversos, y “colmando sus vigilias de serena sabiduría”, iluminó la inteligencia de la fe y de todo, con una precisión y una hondura sin igual.

Por la ejemplaridad de su fe ilustrada; por elevarse siempre apasionadamente con las dos alas del espíritu humano ; por procurar ser armonía exacta entre naturaleza y gracia; y por ser combate y por ser patria: llegó a la Verdad, y fue, hasta la muerte, heraldo fidelísimo y testigo agónico de Ella. Su sangre mártir, es la prueba más elocuente e inapelable de que lo que aquí se afirma es absoluta verdad.

Como ustedes bien sabrán, en relación a Genta, hoy 15 de Octubre nos encontramos históricamente situados entre dos acontecimientos fundamentales, que implican al mismo tiempo, un doble aniversario: el pasado 02/10 se han cumplido cien años del natalicio del Prof. Genta, y el próximo 27/10 se conmemorará el 35º aniversario de su martirio. Dicho esto, y contando con vuestra benevolencia y permiso, continuaré ahora el relato trazando una somera biografía de este verdadero y notable icono del nacionalismo católico, principalmente para los más jóvenes, pero también para todos aquellos que en este día escuchan por vez primera el nombre de Genta.



II Parte: Esbozo de una biografía auténtica

Jordán Bruno Genta nació en Buenos Aires el 2 de Octubre de 1909, siendo el segundo hijo varón de don Carlos Luis Genta y doña Carolina Coli. Su padre, ateo y de ideología anarquista y anticlerical, intentó plasmar en el nombre de su hijo sus oscuras convicciones, empresa que si bien en el primer período de la vida de Genta parecería exitosa, más tarde sucumbiría abruptamente ante el yugo omnisapiente del Designio Divino. Por su parte, la Sra. Coli, madre de Jordán, fallecería de una enfermedad cardíaca cuando éste contaba con aproximadamente trece años.
Terminado sus estudios medios de bachiller en el colegio Mariano Moreno, Genta ingresa a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, donde inicialmente frecuenta a grupos de izquierda y a personalidades con una cierta relevancia en el ambiente académico de entonces, tales como Alejandro Korn y José Babini, y se convierte, paradójicamente, en discípulo dilecto de Francisco Romero. En el año 1933, egresa de dicha facultad con el título de filósofo.
Al año siguiente, en 1934, contrae matrimonio con María Lilia Losada, una joven proveniente de familia católica española, y ese mismo año, debido a una afección respiratoria severa que padecía Genta, el joven matrimonio debió trasladarse hacia las sierras de Córdoba, donde residió hasta que aquel recompuso su salud. Fue allí, aseguran las diversas crónicas, donde sumido en la tranquilidad de la montaña, entre la límpida frescura del aire matinal y a la vera de paisajes agrestes, el flamante filósofo comenzó a re-leer poco a poco a los autores clásicos, principalmente a las cumbres del pensamiento griego: Platón y Aristóteles, dando comienzo de esta manera, a un largo y profundo proceso de transformación intelectual y espiritual.
Al respecto, cuenta el Dr. Alberto Caturelli en su magna y monumental obra Historia de la Filosofía en la Argentina, la siguiente anécdota:
“alarmado por su evolución doctrinal, Romero encomendó a Alejandro Korn –ocasionalmente en Córdoba- que visitara al joven profesor. Korn, al observar su entusiasmo por sus nuevas lecturas y reflexiones le dijo: - Genta, usted se nos va. Y así era. Romero quería retenerlo y le ofreció, en vano, una beca en Francia”
Posteriormente, y a propósito del mismo tema, el Dr. Antonio Caponnetto sostendrá: “A su turno –cuando el discípulo se le iba inexorablemente de las manos- cada uno a su manera intentó el . Que tomó las formas de una epístola admonitoria, de una visita inquisidora o de una tentadora beca en Francia. Él rechazó todo, presintiendo ya una filiación más alta. Le llegaría en 1940 , cuando buscó voluntariamente el Bautismo, en la Inmaculada Concepción de Santa Fe”
La evidencia de los hechos, en este caso y una vez más, dejan algo muy en claro: cuando el pensamiento se desarrolla coherentemente, se eleva y no se decapita, desemboca inevitablemente en la Trascendencia.
En lo concerniente a su actividad profesional docente y a las diversas funciones jerárquicas que tan merecidamente le fueron confiadas, pruebas todas de su erudición y distinguida capacidad, cabe decir que enseñó en la Universidad Nacional del Litoral, de la cual fue designado Rector en 1943; que arribó asimismo al rectorado del Instituto Nacional del Profesorado Secundario y que fue Director de la Escuela Superior del Magisterio. Visto en contexto, la consigna era clara: a él se encomendaba nada menos que la ardua y difícil tarea de la rehabilitación educacional de la nación. Finalmente, es importante explicitar también que de todos estos cargos, en 1945 fue dejado cesante por vergonzosas razones políticas, sin sumario, sin posibilidad alguna de defensa, en un acto de demagogia y de absoluta arbitrariedad.
No obstante, estas vejaciones de mediocridad humana, aunque lograron desplazar a Genta de los ámbitos pusilánimes de la Argentina “oficial”, no consiguieron acallar la bravura de su viril voz: funda Genta una cátedra privada en su casa, en la cual y desde la cual ejercerá el magisterio hasta sus últimos días.
Y porque de su vida ejemplar siempre habrá mucho por decir, y porque lamentablemente poco es el tiempo del cual disponemos, aquí concluiré el relato biográfico. Pasaré, a continuación, a presentar el pensamiento de Jordán B. Genta, a partir de la consideración y del enfoque que el Dr. Alberto Caturelli realiza de éste, en la obra antes mencionada (Historia de la Filosofía en la Argentina)

Parte III: Genta, a través de Caturelli
El Dr. Caturelli contextualiza histórica y filosóficamente a Genta, dentro del marco de la filosofía clásica, comunicada a modo de hilo conductor a través o por medio de la tradición occidental, siendo ésta en sus raíces greco-romana-ibérica y en los últimos cinco siglos, también americana. Asimismo, esta noción de filosofía clásica puede ser tenida como tal en varias direcciones o sentidos:
- porque semejante pensar es digno de imitación;
- porque es una suerte de señal, de emblema, de insignia, como por ejemplo el sonido del clarín, cuyo trompeteo es un inequívoco llamado al arrojo del combate;
- porque classis puede también significar krasis, denotando una especie de multitud convocada, constituida por el conjunto de pueblos en los cuales late y pervive dicha filosofía
Así, meditando a Platón, Aristóteles, Maritain, Marechal, San Agustín, Santo Tomás, es decir, asumiendo toda la imponderable riqueza que guarda la tradición filosófica clásica y occidental, el Prof. Genta dio a luz su amplia y polifacética obra. Y si bien de la misma, el Dr. Caturelli distingue en su libro tres grandes campos; a saber: Doctrina Pedagógica; Metafísica y Filosofía Política, por razones de tiempo, me limitaré a señalar y a exponer muy sintéticamente el primero y el último de ellos.


Doctrina Pedagógica:
Para este singular tema, lo primero que hay decir es que entre sus obras publicadas, se destaca la titulada “Acerca de la libertad de enseñar y de la enseñanza de la libertad” , publicada en 1945. Allí sostiene Genta la idea de que ante el problema de la educación el camino idóneo a seguir no es otro que el cultivo de la filosofía y de las humanidades clásicas, insertadas en la Metafísica, y ésta a su vez, en la Teología. Es decir, del pensamiento de lo humano al pensamiento del ser, y del pensamiento del ser a la intelección del misterio del Ipsum Esse Subsistens.
Frente a los resabios de la reforma universitaria, frente a la política liberal y la revolución marxista, Genta afirmará categóricamente que toda formación debe ordenarse a la contemplación y que, por tanto, el fin de la Universidad es la contemplación de la Verdad inmutable y el cuidado del alma de la nación. Esto, a su vez, como desarrollo consecuente de la tradición heredada de España y como rectificación del proceso de “desaristotelización” operado en el interior del ámbito universitario.
Pero el corazón, el núcleo doctrinal si se quiere de su pensamiento en torno al complejo problema de la educación, lo constituye sin dudas su teoría de la Pedagogía de los Arquetipos. Ésta consiste, concretamente, en educar y formar a partir de los grandes modelos que supieron conjugar inteligencia, espíritu de caridad y conducta ejemplar, y que están representados por los santos y héroes de nuestra tradición histórica, promoviendo nada menos que el edificante desafío de imitarlos y de seguirlos en su heroísmo, en sus virtudes en su y santidad. “Lo que Genta quiere propones a los jóvenes argentinos es la lección de estas vidas ejemplares”
¿Cuáles son algunos de estos arquetipos?
- Sócrates: el educador
- Aristóteles: el filósofo
- San Martín, el soldado
- San Francisco de Asís: el amor
- Don Quijote: el caballero
- Shakeapare: el artista
Y, por supuesto, el modelo absoluto, el arquetipo de perfección por excelencia no puede ser otro que Cristo, epifanía del Padre.
A este respecto, Genta dice claramente cuales son las únicas dos opciones posibles en materia antropológica:
“o un hombre dominado por sus impulsos y pasiones, o un hombre libre, que vive como San Francisco, muere como Sócrates, se destierra como San Martín, deshace entuertos y venga agravios como Don Quijote, o colma sus vigilias de serena sabiduría como Aristóteles”
La educación del Arquetipo, escribe el Dr. Caturelli a propósito de Genta, prepara para la auto-donación del hombre al prójimo, a la Patria y a Dios y, en el fondo, “prepara para una muerte digna”.
Y al final de su último discurso, pronunciado la víspera de su muerte, Genta dice:
“en esta Nación que ya fue, y que quisiera volver otra vez a una tierra de señores donde haya un trato de honor para todos sus habitantes, a levantarse la Universidad en torno a la cátedra magistral, en torno a la cátedra del maestro de sabiduría divina y humana, de ciencias y de artes (…) pero a los efectos de qué: de asegurar la formación renovada de legítimas superioridades, de modelos, de ejemplos, de personalidades ejemplares. Que son los que realmente levantan a un pueblo al más alto nivel de cultura, porque el más alto nivel de cultura se lo da la presencia del modelo y del ejemplo. (…) Lo que necesita un pueblo es Teología y Metafísica, cuando es un pueblo que pretende, que viene además de la civilización de Cristo, de los griegos y de los romanos”

Filosofía Política

Éste es sin dudas, el campo donde Genta más se destacó. Seguramente porque nuestro Profesor: “amaba la Patria, bien que no se elige sino que se hereda y se impone. Bien cuyo perfil esencial calificó de hispano y de católico, sin olvidarse de las raíces helénicas y romanas. Por eso fue también grande su dolor al constatar la servidumbre en que se hallaba, el caos en que se hundía, la noche ruin en que se asfixiaba. Y llamó a los responsables de tan grande mal con adjetivos durísimos, convocando a la resistencia y la lucha, sin renunciar a la esperanza” En este mismo orden de cosas, creo también relevante destacar que Caturelli refiere y desarrolla este tema bajo el título: La Argentina que nos duele. Es decir, una Patria postrada y estigmatizada, análoga y tristemente semejante en tan crucial aspecto, a la de nuestros turbios días.
La filosofía política en Genta dice Caturelli, fue una filosofía aplicada directamente a la acción y traducida en una activa militancia llevada a cabo en “el costado limpio de la batalla”, es decir, defendiendo a Dios y a su Patria. Su intensa pasión patriótica, acompañada de una vehemente urgencia por participar su mensaje a los jóvenes, implicaba en aquel escenario en llamas, un alto y riesgoso compromiso político, no apoyado en ninguna estructura partidaria, sino emprendido cuan audaz epopeya “como caballero andante desde su propia soledad inerme”
De este modo, el Prof. Jordán Bruno Genta, conforme a su ardiente vocación nacionalista y católica, paulatinamente fue ampliando e intensificando su prédica a lo largo y a lo ancho de la República, en libros y periódicos tales como:
“Vita Militaris”; “Combate”; “En defensa de la Fe y de la Patria” (1956); edición comentada del “Manifiesto Comunista” (1969); “Principios de Política” (1970); “Seguridad y Desarrollo” (1970); “El Nacionalismo argentino” (1972); “Opción Política del cristiano” (1973). Sin embargo, entre sus obras de política el libro que más se destaca es sin dudas, “Guerra Contrarrevolucionaria”, editado en tres ocasiones, años 66, 71, y la última de ellas en el 76 en forma póstuma. Dicha obra estuvo especialmente dirigida a los soldados de la aeronáutica militar, y posee la particularidad metodológica de estar escrito y expuesto en capítulos contrastantes: doctrina positiva – doctrina negativa. Claro, concreto y conciso, de modo que el libro sirviera para la lucha y para el combate. Y de hecho, vaya si sirvió: baste sólo con observar una y otra vez, para la perplejidad de muchos, la colosal hazaña mundialmente reconocida, que realizaron nuestros pilotos en Malvinas.
Transcribo a continuación uno breves párrafo de él:
“El amor a la Patria, el sentimiento del patriotismo en su expresión más elevada, es la abundancia del corazón en la piedad hacia el pasado, en el orgullo de proseguir en el presente y con la esperanza de un futuro de grandeza, el cumplimiento de un destino histórico intransferible, asumido desde el principio por los padres de la Patria”
“Comete una infidencia el que falsifica -la historia de la Patria-, convirtiendo los sucesos del pasado en armas para los combates de hoy: La historia es la Patria. Si nos falsifican la historia es porque quieren robarnos la Patria”
“El nacionalismo como exaltación o exasperación del amor a la Patria, se justifica plenamente cuando ella está enferma o en peligro de perderse. No es una actitud egoísta, ni de odio, o desprecio hacia las otras patrias, sino máxima solicitud hacia la propia, la que más nos necesita y nos reclama en su necesidad. Por esto es que ante la Patria amenazada en su misma existencia, el nacionalismo así entendido es un deber inexcusable de sus hijos”
Injertado en el epicentro de la década del 70, entre el temor y temblor, y comprometido al máximo con la causa de defender a su Patria, Genta enarbolaba su palabra de acero, de marfil y de verdad, criticando a unos y otros, y su voz irrefrenable se expandía por todo el país, tornándose insoportable para muchos. Y aunque era perfectamente consciente de las posibles, y yo diría, hasta inevitables consecuencias que esto podía acarrearle, Genta, el bienaventurado Genta, no claudicó.
La víspera de su muerte en su último discurso, pronunciado en el marco del VII centenario de la muerte de Santo Tomás de Aquino, presagiando su fin, dio apertura a su discurso con las siguientes palabras:
“… vivimos una hora grave, solemne y decisiva. Acaso sea mejor para los hombres, y en especial para los cristianos tener que vivir, quieran que no, peligrosamente expuestos a morir en cualquier momento. Digo que acaso sea mejor porque aún antes del cristianismo, el verdadero fundador de la filosofía de Occidente, que fue Sócrates, enseñaba que la filosofía es una preparación para la muerte, y nosotros adoramos a un Dios hecho hombre, crucificado por Amor, en la figura del fracaso y de la muerte; porque no hay otro modo de llegar a la Vida Verdadera, que recorrer el itinerario de Nuestro Señor Jesucristo”
“Al día siguiente, una ráfaga de metralla acalló su voz en el tiempo del peregrinaje. Once rosas rojas florecieron en su cuerpo cuando Dios le concedió la gracia del martirio, mientras con su mano derecha, esbozaba sobre su frente, el signo de la Cruz. Ocurrió el 27 de Octubre de 1974”
El Padre y Maestro Leonardo Castellani bellamente ha definido al Prof. Genta como “el Pedagogo del ¡Oh juremos con gloria morir!”; el Dr. Caturelli con exactitud de prosa lo ha denominado “caudillo socrático cristiano”; yo, humildemente, hago reflejar a Jordán Bruno Genta en el cristalino espejo de sus propias ideas, y lo llamo, con respeto y admiración “¡el arquetipo del amor a la Cruz y del testimonio martirial de la sangre celeste y blanca!”

Muchas Gracias,
Prof. Fabián Ledesma